En estos casos, resulta la labor de los servicios de socorro, ardua y, compleja. El objetivo principal de toda organización de salvamento. es el análisis de los peligros del objetivo. cuando por ejemplo dentro de un edificio en llamas. se hallan atrapadas un número de personas y, sabiendo de antemano que ninguna alarma por precoz que sea. ha dado opción a la huida con éxito. Es por ello, que los bomberos con su despliegue de medios, son los únicos que pueden obtener óptimos resultados. Actualmente, en el salvamento por medio de helipuertos en edificios de gran altura, los helicópteros aterrizan fácilmente sobre tejados planos, constituyendo un nuevo logro de la técnica moderna.
Sin embargo, y frente a los avances técnicos, el comportamiento humano ante el fuego, es tan difícil como sorprendente sólo en una minoría de casos, se logra un salvamento perfecto. El humo y el calor, son dos factores que contribuyen a agravar el pánico. Cuando un edificio no dispone de sistemas extractores el humo se extiende rápidamente pasando de una planta a otra por cajas de escalera, canalización de cables, sistemas de aire acondicionado, etc. El humo inmoviliza a las personas por falta de visibilidad y sus correspondientes tóxicos las asfixian. Mucha gente rescatada sin vida, había ya muerto asfixiada por el humo antes de ser abrasada por el fuego. Los ascensores pueden convertirse en una trampa mortal y este es un riesgo nunca suficientemente difundido. Gran número de personas encuentran la muerte en los ascensores por efectos del calor del incendio, por avería eléctrica o fallos de funcionamiento. Igualmente, pueden quedar bloqueados entre dos pisos o ser enviados a la planta en llamas, requeridos por otras personas y quedarse estacionados en medio del fuego. En ambientes sobrecalentados por las temperaturas, la tensión y el nivel higrométrico del individuo aceleran su agitación psíquica con rapidez, produciéndose espasmos nerviosos en los que el pánico incita a precipitarse de cualquier forma al exterior. Las sobrepresiones son importantes en la medida que el calor además, hace estallar las cristaleras de las fachadas lo que permite el paso de las llamas de unas plantas a otras contribuyendo a que el pánico se generalice.
Todos estos condicionamientos agravan los desórdenes emotivos y dificultan las tareas de salvamento. Como contraste, se ha comprobado que las personas fácilmente sugestionables, aceptan mejor las situaciones de excepción cuando se sienten bien dirigidas.
Asimismo, individuos menos sensibilizados y ya rescatadas por los bomberos, creen desde el exterior que el peligro no era, tan grave y vuelven al edificio a recuperar efectos personales o algún acompañante y es entonces cuando las posibilidades de ser arrastrados por el pánico, son mayores. En conjunto, cuando menor relación existe entre sí, más tendencia tienen las personas a ayudar para combatir el riesgo. También cuando hay niños presentes, la gente es capaz de heroicidades que contribuyen a ampliar el peligro, como igualmente se dan más casos de solidaridad que de egocentrismo personal, aunque otro fenómeno curioso tenido en cuenta, es que en un 12 % de casos, los padres habían abandonado el edificio siniestrado sin los niños que les acompañaban.
En general, toda evacuación de edificios ocupados por gran número de personas, plantea siempre el problema de una evacuación rápida, antes de que aparezcan "brotes de pánico", tanto más perjudicial cuanto mayor sea la antelación de sentirse la gente amenazada. Los planteamientos teórico-prácticos en todo tipo de siniestros y, catástrofes, requiere de los servicios responsables, una coordinación total de efectivos, en orden a las características y variables que pueden alcanzar situaciones extremas.
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