Imbuido por el clima de alegría que reinaba en España a raíz del descubrimiento de América, Carlos V dio reglas para las fundaciones de nuevas ciudades, haciendo especial hincapié en que se les bautizara con nombres de otras tantas ciudades españolas (1523). Sin embargo, Felipe II más atento a la seguridad y protección de su reino y habiendo presenciado varios siniestros en una ciudad como Madrid de calles estrechas y edificios amontonados, donde un solo incendio arrasaba barrios enteros, incorporó a las leyes de Indias una Real Cédula en 28 de octubre de 1573, que además de curiosa sorprende y admira en algunos puntos:
"...Para fundar una ciudad debe elegirse un sitio alto y sano, de fácil comunicación, abierto al viento norte y con abundantes aguas. Si la fundación se hace en la costa, debe buscarse un puerto natural defendido de los temporales. En toda ciudad, es importante que la plaza central forme un rectángulo por lo menos una vez y media de anchura y su grandeza se ha de medir no por las necesidades presentes, sino por las futuras y lo que pueda ocurrir. De la plaza, deben partir cuatro calles principales y los fundadores españoles no deben dar en ella solares a particulares, pues se reservará la plaza a edificios oficiales y tiendas de comercio. Las calles en lugares fríos serán mas estrechas, pero en tierras calientes serán más anchas,..."El buen trazado que preveía Felipe II para las nuevas ciudades, responde hoy al enclave de la mayoría de ciudades hispanoamericanas, debido a la erradicación que el rey deseaba para América, de los frecuentes y desastrosos incendios que asolaban una mayoría de poblaciones en Europa.
Ninguna de las construcciones de gran belleza arquitectónica, que los españoles levantaron durante el virreinato del Perú, se conservan actualmente intactas. Tanto Lima como las principales ciudades de aquel virreinato, sufrieron una larga sucesión de terremotos seguidos de incendios a partir de la segunda mitad del siglo XVI, y en las sucesivas reconstrucciones se tuvo que atender más a los estragos que podía causar la naturaleza, que al sentimiento artístico.
El 2 de enero de 1582, un terremoto destruye 320 casas en Arequipa. En 1586, se derrumban los principales edificios de Lima. Entre 1655-1661, los terremotos causan estragos no solamente en Perú sino también en Ecuador y Chile.
Las primeras bombas contra incendios que se emplearon en América, fueron llevadas allí por los españoles, para las fundaciones misioneras de California, Texas y Nuevo México. Estas bombas fueron adquiridas en Flandes.
La primera organización contra incendios de la historia de América, se creó en el territorio que es hoy Venezuela, aunque en principio tuvo carácter privado y no público. En 1543, la Compañía augsburguesa de los WeIser adquirió en Augsburgo, cuatro máquinas y otros útiles con destino a las instalaciones comerciales que poseía en aquel país, por especial concesión del rey de España.
Después de que los conquistadores españoles hubieron utilizado bombas de incendio en las colonias del oeste norteamericano, tras su marcha, los incendios volvieron a ser sofocados con el clásico cubo con agua. En el este, la primera ciudad que tuvo una bomba de incendios, fue Boston, comprada a Inglaterra en 1680, después del gran incendio, que había destruido 155 edificios y doce navíos en el puerto, el año anterior.
Entre los ritos de los antiguos "natchez" americanos, figuraba el del "cambio del fuego". El último día del año, se dejaba apagar el fuego por sí solo, y al día siguiente antes del alba, se encendía de nuevo.
Para los indios "sioux" de las llanuras americanas hasta Luisiana, el fuego era el centro en torno al cual, discurrían sus vidas. El fuego ardía noche y día en la plaza central de los poblados "sioux" y servía de punto de reunión y encuentro.
Pero el terremoto más terrible de aquellas épocas con su secuela de incendios, ocurre el 28 de octubre de 1746, fecha trágica para Lima. Quedaron destruidas 12.000 casas y casi todos los edificios principales de la ciudad. Dos mil personas murieron en Lima y cinco mil en el Callao. El mar arrojó a los buques a media legua de la orilla.
El nombre de "Venezuela" dado a este país por los expedicionarios españoles y que quiso significar "pequeña Venecia", fue debido a las viviendas lacustres, indígenas, que observaron los navegantes al llegar al lago de Maracaibo. En 1527 Juan de Ampués fundó la ciudad de Coro, hoy capital del Estado de Falcón en este país. Pero Carlos V cedió todo el territorio por veinte años, a la Compañía augsburgo de los WeIser, a pesar de la fuerte oposición de Ampués, y hasta el año 1547 que no se restableció el dominio real, Venezuela fue objeto de explotación, por parte de los alemanes. Los Welser, precavidos contra el fuego porque en su ciudad se disponía de un servicio público contra incendios desde principios de siglo, adquirieron en Augsburgo "cuatro máquinas" y otros útiles con destino a sus instalaciones. Así las primeras bombas de incendio llegadas a América, se utilizaron en lo que hoy, es Venezuela.
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