Los primeros bomberos de la historia fueron esclavos adscritos a la " Familia Pública" y a las órdenes de magistrados llamados Tresviri Nocturni.
Las funciones básicas en la lucha contra el fuego, corrían a cargo de los medicii, vexillarii, siphonarii, aquarii, centonarii, emitularii y sebaciarii. Los medicii en número de cuatro por cohorte, auxiliaban a los accidentados en el curso de los trabajos de extinción; los vexillarii eran los porta insignias de los vigiles, pues como el Cuerpo no era de formación regular no poseía signa sino vexilla (una por centuria); los siphonarii tenían a su cargo la manipulación de los siphos o bombas; los aquarii eran responsables del suministro de agua a las bombas, los centonarii tenían la misión de la colocación y mantenimiento de centones (cubiertas de lana que empapadas en agua servían para sofocar los conatos de fuego); los emitularii se ocupaban del salvamento de personas y tendían colchones especiales para rescatar a los que se arrojaban por las ventanas, escapando del fuego. En cuanto a los sebaciarii, auxiliares del Cuerpo, su cometido era facilitar el alumbrado necesario en tareas nocturnas de extinción, ya que tenían a su cuidado el mantenimiento del alumbrado público en general de la ciudad.
En material complementario los vigiles disponían de escaleras (scalae); cubos (amae) (fabricados de soga tejida y entrelazada); arpones o garfios (porticae); hachas (dolobrae); esteras (formionae); escobas de pala (securae); esponjas (spongiae), y otros útiles de menor importancia. Igualmente, cada cohorte disponía de mayor o menor número de siphos, según la importancia o especial riesgo de su demarcación.
El origen del casco de bomberos como parte del equipo personal, se remonta al más antiguo Cuerpo de Bomberos romano.
En cuanto a la potestad jurídica de los Cuerpos de bomberos, el praefectus vigilum tenía facultad de juez para juzgar cualquier acto punible relacionado con los siniestros y cuando un incendio se sospechaba intencionado, el Prefecto administraba justicia ordenando una serie de latigazos o la cárcel, según la importancia del acto. De la misma forma, se aplicaban castigos cuando se dictaminaban negligencias o descuidos y cuando un carruaje obstruía el libre tránsito de los bomberos, el Prefecto ordenaba su arresto con juicio inmediato. El jefe del servicio era seleccionado generalmente por el Emperador entre la aristocracia romana y uno de los prefectos de mayor renombre en aquella época fue Aeneas Cyrenus, de glorioso recuerdo.
Esta primera gran organización contra incendios de la historia, considerada modelo para su tiempo, no se centró únicamente en Roma. Las principales provincias del Imperio contaron también con este importante servicio. Desde Bitinia en Asia Menor hasta Britania, al otro extremo de Europa, hubo Cuerpos de vigiles en Grecia, África, Galias, Hispania, etc. Inscripciones en piedra, historia escrita, restos arqueológicos y otros datos fehacientes, han plasmado con exactitud este importante tipo de organización en la vida del pueblo imperialista más grande de la antigüedad.
La primera instalación fija de extinción de incendios, la cita Cicerón en su correspondencia. "Se penden de los techos tinajas con agua y al menor conato, se hacen descender y se vierten sobre el fuego".
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